(Sevilla, 1875 - Collioure, 1939) Poeta español. Aunque influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresión lírica del ideario de la Generación del 98. Hijo del folclorista Antonio Machado y Álvarez y hermano menor del también poeta Manuel Machado, pasó su infancia en Sevilla y en 1883 se instaló con su familia en Madrid. Se formó en la Institución Libre de Enseñanza y en otros institutos madrileños. En 1899, durante un primer viaje a París, trabajó en la editorial Garnier, y posteriormente regresó a la capital francesa, donde entabló amistad con R. Darío. De vuelta a España frecuentó los ambientes literarios, donde conoció a J. R. Jiménez, R. del Valle-Inclán y M. de Unamuno.
Tras la muerte de su esposa, en 1912, pasó al instituto de Baeza.
"Campos de Castilla" Publicada en 1912, poco antes de morir su esposa Leonor, y ampliada sucesivas veces con nuevos poemas, expone las meditaciones del hombre sobre lo “eterno humano”: domina en la obra lo que se denominan “cuadros costumbristas”, cuadros de paisajes y de gentes, meditaciones sobre la soledad, lo adusto del paisaje, el pasado efímero y la muerte.
"La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma quieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta". "Soledades, Galerías y otros poemas"
Recuerdos nostálgicos de la infancia, evocaciones del paisaje, con preferencia por los paisajes cerrados, los huertos, los jardines. La soledad, la melancolía y la angustia surgen de esa mirada interior.
Machado utiliza símbolos como la tarde, el agua, la noria, el huerto, las galerías. El agua es símbolo de la vida cuando brota y de la muerte cuando está quieta o es el mar; la tarde simboliza el declive; el huerto simboliza la ilusión, vista en el gozo y el recuerdo infantil; las galerías son los espacios donde transitan los recuerdos o los sueños que nutren el alma.
En la desnuda tierra del camino
la hora florida brota,
espino solitario,
del valle humilde en la revuelta umbrosa.
El salmo verdadero
de tenue voz hoy torna al corazón, y al labio,
la palabra quebrada y temblorosa.
Mis viejos mares duermen; se apagaron sus
espumas sonoras
sobre la playa estéril. La tormenta
camina lejos en la nube torva.
Vuelve la paz al cielo;
la brisa tutelar esparce aromas
otra vez sobre el campo, y aparece,
en la bendita soledad, tu sombra.